En rodaje espiritual

 

-Hola, por fin llegaste- le dije con cierto desdén, mientras humeaba una cafetera e inundaba todos de un suave aroma a café avainillado. Sorprendida y luego molesta, ella le respondió con aspereza- ¿Así partimos?

Una  mañana levemente fría era el escenario perfecto para comenzar una conversación al maridaje de un café y smooth jazz, así se mantenían ocupados los 5 sentidos mientras la cabeza hacía su trabajo.

-y bien, a qué me traes preguntó ella un poco impaciente- a lo cual respondía con cierto humor- ¿Acaso hay prisa?, te traje porque debemos contestar unas preguntas y no tengo ganas de hacerlo sola.

-¿Qué no podías hacer un ensayo y ya? ¡Esa manía de darle una vuelta más a la tuerca!- agregó con un suspiro de frustración – y bueno… cuál es la pregunta, que la forma más rápida de terminar algo es empezarlo-

La invité a sentarse en uno de los dos grandes poufs que había acomodado, una suave lluvia comenzó a caer mojando la ventana, lo que cerró el perfecto ambiente para una conversación algo profunda. Sonriendo y con la taza de café entre las manos, la miré inquisitivamente y le dije – la pregunta es sobre los principios que tenemos y por qué no los soltamos –

Una pequeña mueca se deslizó en su cara mientras entrecerraba los ojos como tratando de enfocar más allá de sus propios pensamientos y repentinamente dijo- y por qué yo tendría que saber, para empezar la de las grandes respuestas eres tú y por otro lado, ya que eres el pequeño gobernante de este espacio por qué no te trajiste a alguien más apropiado como Kant o Hegel o alguno de los clásicos, si para fumar neuronas hay hartos más que no son yo-

La observé un momento, se parecía tanto a mí y a la vez era tan distinta ¿Cómo explicarle que de eso se trataba? Lentamente comencé a recordarle que nos conocíamos de toda una vida y cualquier respuesta que yo pudiera encontrar jamás estaría completa sin ella, que esta vez la necesitaba para encontrar en qué minuto parecíamos haber tomado mal la curva.

-Bueno- me dijo ella - imagina que en la vida uno va como guiado por un “google maps” y que cada vez que ponemos un destino, se triangula la trayectoria con unos satélites que son nuestros principios, si esos satélites se caen o no funcionan, se pierde el mapa, ahí está tu respuesta.- completó en tono triunfal y se acomodó para levantarse.

-No tan rápido- la espeté y ella me devolvió la mirada con un suspiro que decía “ahí vamos a complicar la cosa” – pero qué pasa cuando los caminos están bloqueados o ya no existen, tu mapa generado por tus principios ya no sirve ¿A quién escuchamos? ¿Cómo saber a quién pedir indicaciones y a quien no?

Ella me miró un rato en silencio y luego miró con desgano el café que le había servido reclamando que para esa conversación solo a mí se me antojaba un café, que haber ambientado un bar y un trago, habrían combinado mejor, murmurando para sí misma que es bueno andar siempre combinado en la vida.  En ese punto la muré con reproche y le señalé que se la pasaba criticándome y que para eso sacara número, se pusiera a la fila y esperara su turno, que ahora lo que había era café y una conversación.

Se sonrió y me miró de medio lado, luego se acomodó para quedáramos una frente a la otra, no pude dejar de notar su interés en los detalles. Con un tono más tranquilo, fue ampliando su idea y señaló que si, a veces los mapas que generan los principios no coinciden con el terreno pero que eso no hace que el satélite esté malo y a veces hay gran tentación de cambiarlo, pero no es fácil y nada te asegura que el nuevo satélite haga mejor su tarea, así que es más simple ir actualizando los mapas que cambiar los satélites.

La miré con cara de sorpresa, señal inequívoca que había perdido el hilo de su reflexión, así que siguió explicando cómo nuestros principios definen las posibilidades de ser que tenemos y en consecuencia de no ser, citando como ejemplo que si un principio es la justicia, y uno se apega a ella, es difícil terminar siendo un tirano, entonces cada persona se construye un marco de principios donde establece la carta magna o carta fundacional de quien desea ser y cada vez que se abandona un principio una parte de lo que se quería ser muere. Hizo un pausa y entrecerrando los ojos me miró fijamente para continuar su explicación con un tono más severo, señalando que los principios tienen también luces y sombras,  que pueden volverse cadenas que nos dejan atrapados en la torre de la intolerancia, pero que en su manera de existir aún con ese riesgo tener principios da la opción a ser porque la alternativa de no tenerlos, era vivir gobernado por la ocasión y preso de nuestros miedos, terminando con un alma seca que no ha vivido. Ante esta última idea, se recostó en el pouf y mirando hacia arriba dijo – hay un cierto sarcasmo poético en eso, aunque tus principios pueden ser tus finales al menos te dan opción a un principio ¿Tiene sazón una vida que no se define ante nada?-

Se produjo un silencio y una cierta molestia me tenía incómoda, porque esperaba una respuesta que me levantara el optimismo, el cual estaba largamente alicaído, y ella siguiendo mi pensamiento observó el jardín mustio y me miró con cierta compasión, al cual le respondí con cierta rebeldía: “ Lo que señalas deja bastante poco espacio para la vida, o te mata tu apego a los principios o te mueres por no haber vivido, y sin embargo, te concedo que los principios son lo que arma el boceto de tu esencia y por lo tanto, los límites entre tu ser y tu no ser, entre lo que tiene significado y lo que no, lo que te deja vivir y lo que te mata, pero no estoy tan segura de ese carácter de omnipresentes, hay dilemas, hay matices, hay un mundo que entra en dialogo entre lo que deseo, lo que necesito, lo que debo y lo que puedo hacer, y eso también eso, aunque no es el boceto, va poniendo el color en el dibujo que “ quien soy, y como a ambas apreciamos el punto estético de la vida, lo que hago y lo que soy deben combinar, no solo entre ellas, sino en un espacio y momento; hay una cierta auto referencia narcisista en tu argumento promover que la respuesta sobre quien soy se resuelve en la elección de un marco de principios”

“jajajaj”-lanzó una risotada interrumpiendo mi monólogo- “el eterno dilema del otro, casi como si fuéramos el resultado de un daño colateral por vincularnos” miró atentamente su taza de café y murmuró “yo dije que esta conversación superaba una taza de café”. Luego se hizo un silencio. Con un tono más calmado continué - “¿Alguna vez has notado que vivimos la fantasía del poder personal, de ser los gobernantes de nuestros deseos y emociones? Cuando la verdad es que vivimos de tiempos prestados, estamos atrapados en una materialidad de esas relaciones que a no ser que seas el personaje de una película Disney, suele perseguirte. Los “hay que”, definen gran parte del día- Ella me miró con una cara que claramente cuestionaba mi discurso, así que continué – desde lo simple que es  un hay que cocinar o no habrá almuerzo hasta hay que callarse porque si no me meto en líos. Cada día estállenlo de esos pequeños tiempos prestados y a veces rebelarse suena tentador, pero termina siendo un canto de sirena, al final y al final se vive huyendo de los langoliers que te persiguen – “¿Langolier?” me interrumpe – ya sebes, los monstruos que viven entre las grietas del tiempo y se alimentan de los tiempos perdidos. Debo decir que eso me genera rebeldía, esa gente que vive pseudo feliz dejando que otros se hagan cargo del desorden que dejan por no hacerse cargo de sus desperdicios de tiempo.

Ya se había entrado la tarde y un poco de frío recordó la conveniencia de prender una chimenea, a punta de protestas ella consiguió que le cambiara el café por algo más fuerte, lo que facilitó que se acomodara. Afuera la lluvia se había alejado y entre las nueves se asomaban tímidamente algunas estrellas anunciando la pronta llegada de la noche. Así ella respiró profundo y con una voz pausada dijo:

“Te alejas de la pregunta, los principios valga el nombre, son tu origen, tu punto de partida y aquello que le da sentido a la historia que construyes en tu vida, por lo mismo, cada uno es un recipiente, o un molde según prefieras,  en el cual viertes tu propia mezcla o aleación de qué es para ti. A veces fragua rápido otras no tanto y quizás, si la mezcla no fue buena se quiebre y debas volver a hacerla, pero siempre necesitas esos recipientes, porque como te dije, van dando las rutas. Otra cosa es el mapa, a veces estos no están actualizados y tú crees que hay un camino pero o va en otro sentido o hay un bache y no lo puedes pasar. Las relaciones son eso, cómo actualizamos esos mapas y cómo escogemos qué rutas nos sirven y qué rutas no nos sirven. A veces, no mirar la carretera por donde vamos y solo ver este mapa moral, puede hacer que terminemos en una zanja ¿Me explico?, el problema entonces no está en los principios sino en cómo respetamos el destino propuesto en los caminos reales. Cuando estemos viejas, ¿Qué historia queremos contar de nosotras? ¿Una novela rosa, una comedia, un drama épico?– respira profundamente y mirando hacia la ventana, entrecierra los ojos y prosigue – Los principios vibran, en especial cuando la mezcla quedó firme, y cuando nos encontramos con gente similar, se produce una resonancia entre ellos hasta generar una especia de energía musical producto de esa armonización y se siente increíble, quizás hasta adictivo, lamentablemente, la mayor parte de las veces, los recipientes están huecos, algunos solo tienen humo y lejos de tener esa música, termina silenciándose la propia vibración ahogada entre tanto recipiente vacío y silencioso, cuando eso pasa lo peor es que uno empieza a marchitarse como una hoja al capricho de la naturaleza, por eso, si no lograr estar con gente con quien puedas resonar, lo mejor es alejarte del humo. Aunque la vida se teje de tiempos prestados, todavía puedes escoger cómo vas combinando los colores”. Dicho esto se levantó, fue hacia la puerta y volvió a quedar la habitación vacía. La noche ya cubría todo y la habitación se mantenía cálida e iluminada por el fuego de la chimenea. Había sido un viaje largo, me sentía muy cansada así que decidí acurrucarme y dormir, quizás un nuevo día traería nuevas respuestas.

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